EL ESPÍRITU OPERATIVO EN LA MASONERÍA (I)
EL ESPÍRITU OPERATIVO DE LA MASONERÍA (I)
Francisco Ariza
El Simbolismo Masónico (I)
El término
operativo no sólo se refiere al trabajo físico o de construcción, proyección o
planeamiento material y profesional de las obras, sino también a la posibilidad
de que la Masonería opere en el iniciado el Conocimiento, por medio de los
útiles que proporciona la Ciencia Sagrada, sus símbolos y ritos. Precisamente
esto es lo que procura la Masonería como Organización iniciática y lo confirma
la continuidad del paso tradicional que hace que igualmente pueda encontrarse
en la Masonería especulativa, de modo reflejo, la virtud operativa y la
comunicación con la Logia Celeste, es decir la recepción de sus efluvios, que
son los que garantizan cualquier iniciación verdadera, máxime cuando las
enseñanzas son emanadas del dios Hermes y del sabio Pitágoras. Federico González (Hermetismo y
Masonería, cap. II).
La Masonería, organización iniciática integrada dentro de la gran corriente del Hermetismo, remonta sus orígenes históricos a la época de los constructores medievales, conocidos como los free-masons o franc-masones (los «albañiles libres»), si bien éstos eran depositarios de una herencia mucho más antigua, como atestiguan las propias leyendas masónicas con genealogías que se remontan a la construcción del Templo de Salomón, e incluso mucho más allá, a los tiempos antediluvianos y primordiales. Recordaremos que los franc-masones eran llamados así por estar exentos del impuesto de franquicia, lo que les permitía viajar y practicar su oficio con total libertad, aunque si se quiere ir al fondo de las cosas hemos de admitir que por encima de ese aspecto exterior el antiguo masón era libre porque el ejercicio de su arte, el Arte Constructivo, emanado de la Ciencia Sagrada, lo llevaba al desarrollo de todas las potencias de su ser, y no existe a nivel humano mayor libertad que la que conlleva el conocimiento de lo que en realidad somos. «La verdad os hará libres» se lee en el Evangelio de Juan, patrón de la Orden Masónica.
Ese espíritu es el que ha heredado la Masonería actual, la nacida en el siglo XVIII, a través de los símbolos de la construcción (como los números, las formas geométricas y las herramientas), a saber: que ante todo se trata de los vehículos de la edificación interior, del templo espiritual, que está en la esencia misma de lo que ha sido y es la Masonería, la cual nos enseña a conocer el sentido iniciático de su Arte, pues sólo a través de ese conocimiento podemos realizar, u operar, en nosotros mismos los principios derivados de él. En este sentido no debemos olvidar que existe una permanente correspondencia entre el aspecto sensible o exterior del símbolo y lo que éste manifiesta en su realidad más elevada y trascendente. Por esta razón al Arte Constructivo también se le ha llamado el «Arte Real», idéntico a la «Gran Obra» de la Alquimia, y como tendremos ocasión de ver a lo largo de estas páginas numerosos símbolos masónicos están directamente vinculados con la enseñanza alquímica, constatando además la existencia de una geometría sagrada empleada por igual por los filósofos herméticos y los constructores para la descripción de la Cosmogonía, concebida como una Arquitectura o Harmonia Mundi.
La Masonería, organización iniciática integrada dentro de la gran corriente del Hermetismo, remonta sus orígenes históricos a la época de los constructores medievales, conocidos como los free-masons o franc-masones (los «albañiles libres»), si bien éstos eran depositarios de una herencia mucho más antigua, como atestiguan las propias leyendas masónicas con genealogías que se remontan a la construcción del Templo de Salomón, e incluso mucho más allá, a los tiempos antediluvianos y primordiales. Recordaremos que los franc-masones eran llamados así por estar exentos del impuesto de franquicia, lo que les permitía viajar y practicar su oficio con total libertad, aunque si se quiere ir al fondo de las cosas hemos de admitir que por encima de ese aspecto exterior el antiguo masón era libre porque el ejercicio de su arte, el Arte Constructivo, emanado de la Ciencia Sagrada, lo llevaba al desarrollo de todas las potencias de su ser, y no existe a nivel humano mayor libertad que la que conlleva el conocimiento de lo que en realidad somos. «La verdad os hará libres» se lee en el Evangelio de Juan, patrón de la Orden Masónica.
Ese espíritu es el que ha heredado la Masonería actual, la nacida en el siglo XVIII, a través de los símbolos de la construcción (como los números, las formas geométricas y las herramientas), a saber: que ante todo se trata de los vehículos de la edificación interior, del templo espiritual, que está en la esencia misma de lo que ha sido y es la Masonería, la cual nos enseña a conocer el sentido iniciático de su Arte, pues sólo a través de ese conocimiento podemos realizar, u operar, en nosotros mismos los principios derivados de él. En este sentido no debemos olvidar que existe una permanente correspondencia entre el aspecto sensible o exterior del símbolo y lo que éste manifiesta en su realidad más elevada y trascendente. Por esta razón al Arte Constructivo también se le ha llamado el «Arte Real», idéntico a la «Gran Obra» de la Alquimia, y como tendremos ocasión de ver a lo largo de estas páginas numerosos símbolos masónicos están directamente vinculados con la enseñanza alquímica, constatando además la existencia de una geometría sagrada empleada por igual por los filósofos herméticos y los constructores para la descripción de la Cosmogonía, concebida como una Arquitectura o Harmonia Mundi.
Novissima Iconologia. Césare Ripa, 1625
En efecto, los
símbolos masónicos se refieren a un conjunto de ideas relacionadas directamente
con el conocimiento de la Cosmogonía, y por tanto del hombre, pues éste es un
cosmos en pequeño, un microcosmos. Precisamente los antiguos constructores
consideraban al Cosmos (con sus distintos planos o niveles: celeste,
intermediario y terrestre) como su modelo simbólico por excelencia, y para
levantar sus edificios imitaban las estructuras de ese modelo, reveladas sobre
todo a través de las formas geométricas, entre las que destacan el círculo y el
cuadrado, símbolos respectivos del Cielo y la Tierra.
En efecto, no importa que los masones de hoy no levanten edificios. Lo realmente importante es que esos mismos principios o ideas se puedan conocer a través de los símbolos que decoran el templo masónico, el más importante de los cuales es justamente el que se refiere a quien es verdaderamente el Autor de cuyo Pensamiento emana la Gran Obra de la Creación, conocido en la Masonería con el nombre de Gran Arquitecto del Universo, y en otras tradiciones, por ejemplo la hindú, como el "Espíritu de la Construcción Universal".
El Gran Arquitecto del Universo es el Principio Supremo, la verdadera clave de bóveda o piedra angular del Templo masónico. Es bajo la influencia de ese Principio que los masones realizan sus trabajos dentro de la Logia, unos trabajos en los que junto al estudio de los símbolos está la práctica del rito, gracias a la cual la propia Logia se torna un espacio significativo análogo a la misma estructura del Cosmos.
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Nota
Texto extraído del
libro: Masonería. Símbolos y Ritos.
El Taller: franciscoariza5@gmail.com
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