LA VERDAD A TRAVÉS DE LA MAGIA DEL SILENCIO
"Díjole
entonces Pilato: ¿Luego Rey eres tú? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy Rey.
Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a
la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz. Dícele Pilato, ¿ qué
cosa es verdad? Y como hubo dicho esto, salió otra vez a los Judíos, y díceles:
Yo no hallo en él ningún crimen [...]" Juan 18:37,38.
Llama
la atención en la cita anterior que Jesús guarde silencio ante la pregunta de
Pilato ¿Qué cosa es verdad? como si se tratara de algo que no puede explicar...
Él está consciente de lo que ha de acontecer. Sabe que Pilato tiene autoridad
para dejarlo en libertad o condenarlo a muerte, y de ese interrogatorio depende
su vida. No obstante, guarda silencio ante dicha pregunta, aunque afirma que da
testimonio a la VERDAD y que todo aquel que es de la VERDAD oye su voz... Cabe
preguntarse: ¿Porqué Jesús guarda silencio, a sabiendas que su vida puede
depender de la respuesta a esa pregunta? ¿Es que acaso la VERDAD es tan difícil
de explicar, entender y/o comprender que el mismísimo hijo de DIOS no se atreve
a definir aquello que es Verdad?
En
otro orden de ideas, resulta interesante estudiar la actitud de Pilato... Una
vez que este le formula la pregunta a Jesús, narra el evangelista, sale del
Pretorio para decirle a los Judíos que no halla crimen alguno en él. Es decir,
no espera a que Jesús le dé respuesta a su pregunta, como si supiera que tal
pregunta no tiene respuesta... Como si de manera inconsciente intuyera que la
mejor manera de explicar "Qué cosa es VERDAD" es a través del silencio...
O tal vez dando por sentado que el mundo, tal cual y como lo conocemos, o mejor
dicho, como lo percibimos y construimos a través de los sentidos, es una burda
ilusión!
Detengámonos
un momento en esta afirmación: El Mundo que percibimos, en el cual vivimos e
interactuamos es una Ilusión... Pongamos algunos ejemplos: Es bien conocido por
la ciencia que los objetos no están provistos de color alguno... Esos colores
que percibimos no son más que el reflejo de la luz que penetra en su estructura
cristalina y se descompone en una gama de frecuencias. Aquella determinada
frecuencia que entre en resonancia con dicha estructura es absorbida por la
misma, dándole el color característico al objeto, y va a depender de la
intensidad y frecuencia de dicha luz. Tan es así que cuando nos encontramos
totalmente a obscuras no podemos distinguir ni formas ni colores e inclusive,
hay una gran gama de colores (frecuencias) que nuestros ojos no son capaces de
percibir pero que igual se manifiestan. De manera similar, lo que conocemos
como sonidos no son más que la interpretación que nuestro cerebro hace de las
vibraciones moleculares producidas por un cuerpo que se propagan por el aire
hasta excitar el oído. Y de la misma
forma que pasa con los colores, el oído humano solo es capaz de interpretar una
gama específica de sonidos que van desde los 5Hz a los 25Khz. Los sonidos que
están por debajo y por encima de esa banda no se perciben, por lo que nuestro
universo sonoro también es limitado.
Partiendo
de las premisas anteriores y, tomando en cuenta que nuestra concepción y
construcción del mundo depende de la forma en que recibimos información a
través de los sentidos y la ordenamos mediante un proceso racional donde también influye el
ámbito geográfico y la cultura, podemos llegar a la conclusión de que tal
construcción está viciada y no podemos asumirla como única y
"real" Por lo tanto, sería
osado calificarlo de "VERDADERO".
Los
mismos filósofos no han logrado ponerse de acuerdo en estas cuestiones... La
pregunta surge una y otra vez... ¿Qué cosa es Verdad? ¿Cuáles serían los
criterios para calificar algo de Verdadero? La misma condición humana nos
limita. Habitamos el mundo que nosotros mismos hemos construido a través de la
razón, partiendo de unas nociones espacio-temporales inmanentes a nuestra
naturaleza racional, y todo, absolutamente todo lo que pensamos, hablamos y
hacemos es producto de dicha
construcción.
No
obstante, esa misma "razón" que nos mantiene capturados en el mundo de los sentidos, nos
induce a plantearnos preguntas sumamente trascendentales toda vez que nos maravillamos
de la creación, y de nosotros mismos. Intuimos que existe una causa o principio
generador de todo lo que existe, que regula y mantiene la armonía y el
equilibrio universal de acuerdo a ciertas leyes que se escapan a todo proceso
racional, y en consecuencia, no podemos posarlo en palabras.
Atendiendo
a lo descrito en el párrafo anterior, esta suerte de principio o causa generadora
universal de todo lo creado sería lo ÚNICO Y REALMENTE VERDADERO y, al mismo
tiempo, INNOMBRABLE, por ser inefable. Solo podemos hacer contacto con él
cuando logramos contener el bombardeo inconmensurable de estímulos del mundo
fenoménico en nuestra mente. Cuando logramos, aunque sea por instantes, apagar
la razón, sin emitir juicios, despojándonos de los lentes de la cultura y por
lo tanto, al guardar silencio.
Las
instituciones iniciáticas y tradicionales de la antigüedad le ofrecían al
adepto la posibilidad de hacer contacto con lo VERDADERAMENTE TRASCENDENTE que
habita dentro de sí mediante un esquema simbólico que emulaba las dinámicas del
universo, amén de ese principio fundamental expuesto en el Kybalión que reza: Como es Arriba es Abajo. Así pues,
el iniciado era forzado mediante la acción ritual a meditar sobre la naturaleza
humana y la condición de ESCLAVITUD INCONSCIENTE en la que habita en el plano
físico; y al mismo tiempo, le mostraba el camino que debía transitar para
sobreponerse a dicha condición mediante un sistema de indicios. Este camino se
circunscribe a la PRÁCTICA DE LA VIRTUD, la cual, se va haciendo operativa en
la medida que se es capaz de dominar las emociones y las pasiones.
La
tradición occidental nos habla de siete virtudes, de las cuales cuatro son
cardinales y las tres restantes son las llamadas virtudes teologales. Las
virtudes cardinales son aquellas que el ser humano debe cultivar por medio del ejercicio de la voluntad para
ser merecedor de las virtudes teologales, que se manifiestan como dones
emanados de la divinidad y que se derraman en todas aquellas personas que han
podido trascender su condición humana y por lo tanto se han convertido en
PERSONAS JUSTAS.
La
primera de las virtudes cardinales es LA PRUDENCIA, que trata sobre el
sometimiento de todo estímulo proveniente del medio ambiente que nos rodea al
imperio de la reflexión. El ser humano debe emplear la facultad de la razón
para no dejarse arrastrar por las circunstancias, y es aquí donde EL SILENCIO tiene
un valor fundamental, ya que nos permite suprimir el ego y no actuar por
reacción. De esta manera, podemos ir creando CONSCIENCIA e ir conociendo
nuestra propia naturaleza. Nos convertimos en observadores de nosotros mismos y
poco a poco se van abriendo los canales de comunicación con nuestro maestro
interno, cuyo centro de consciencia habita en el corazón.
El
cultivo de la magia del silencio nos invita a sosegar nuestro espíritu. A
construir consciencia de la naturaleza humana para poder trascenderla y
alcanzar la verdadera maestría. Nos invita a descorrer el velo negro y transparente
que nos mantiene ciegos a nuestra propia condición, y ese velo no es más que
nuestro propio ego, el cual se ha ido alimentando de nuestros deseos, pasiones,
emociones, influidos socialmente por el ámbito geográfico y cultural en el que
habitamos. Es negro porque nos mantiene sumidos en la ignorancia; y es
transparente porque nos tiende una trampa al hacernos creer que lo que vemos a
través de él es VERDADERO.
La
segunda virtud cardinal es la Fortaleza, la cual se pone de manifiesto al
dominar nuestras emociones por medio de la prudencia, y la TEMPLANZA, que es la
tercera virtud cardinal, se cultiva en la medida que la prudencia prevalece
ante nuestros deseos y pasiones. Solo trabajando por medio de la voluntad en
estas tres virtudes cardinales es que logramos ser Justos. Surge LA JUSTICIA
como la cuarta virtud cardinal, producto de la prudencia, la fortaleza y la
templanza. Solo así, podemos hacer contacto con lo esencialmente divino dentro
de nosotros y entonces se manifiestan la FE, la ESPERANZA y la CARIDAD que son
la tres virtudes teologales... Es entonces cuando se nos expresa LA VERDAD por
revelación y no por especulación.
La
única vía para conocer la verdad es sobrepasando nuestro condicionamiento
biológico y cultural. Por lo tanto, LA VERDAD, no se puede explicar con
palabras... NO puede ser profanada vinculándola al fenómeno... Tal vez por eso
Jesús guardó silencio y Pilato no esperó respuesta...!
Todas las entradas de EL TALLER. Revista de Estudios Masónicos
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El Taller: franciscoariza5@gmail.com
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