SOBRE DOS DIVISAS INICIATICAS. René Guénon
Existe, en los altos grados de la Masonería Escocesa, dos divisas cuyo sentido se refiere a algunas de las consideraciones que hemos expuesto anteriormente**: una es Post Tenebras Lux, y la otra Ordo ab Chao; y, a decir verdad, su significación es tan conexa que parece casi idéntica, aunque la segunda puede ser susceptible de una aplicación más extensa [1]. Ambas se refieren, en efecto, a la "iluminación" iniciática, la primera directamente y la segunda por vía de consecuencia, puesto que es la vibración original del Fiat Lux la que determina el comienzo del proceso cosmogónico mediante el cual el "caos" será ordenado para devenir el "cosmos" [2]. Las tinieblas representan siempre, en el simbolismo tradicional, el estado de las potencialidades no desarrolladas que constituyen el "caos" [3]; y, correlativamente, la luz está puesta en relación con el mundo manifestado, en el cual esas potencialidades serán actualizadas, es decir el "cosmos [4], estando esta actualización determinada o "medida", en cada momento del proceso de manifestación por la extensión de los "rayos solares" salidos del punto central de donde ha sido proferido el Fiat Lux inicial.
La luz está entonces
"después de las tinieblas", y esto no solamente desde
el punto de vista "macrocósmico", sino igualmente desde el punto de
vista "microcósmico" que es el de la iniciación, pues, en este caso,
las tinieblas representan el mundo profano, de donde viene el recipiendario, o
el estado profano en el que éste se encuentra, hasta el momento preciso en que
devendrá iniciado "recibiendo la luz". Por la iniciación, el ser pasa
entonces "de las tinieblas a la luz", como el mundo, en
su origen mismo (y el simbolismo del "nacimiento" es aplicable en
ambos casos), pasa por el acto del Verbo creador y ordenador [5];
y de esta manera la iniciación es verdaderamente, según un carácter por otra
parte muy general de los ritos tradicionales, una imagen de "lo que fue
hecho en el principio".
Por otra parte, el "cosmos", en tanto que "orden" o conjunto ordenado de posibilidades, no es solamente extraído del "caos" en tanto que estado "no ordenado", sino que incluso es producido propiamente a partir de aquél (ab Chao), en el cual estas mismas posibilidades están contenidas en estado potencial e "indistinguido", siendo así la materia prima (en un sentido relativo, es decir, más exactamente o con respecto a la verdadera materia prima o substancia universal, la materia secunda de un mundo particular) [6] o el punto de partida "substancial" de la manifestación de este mundo, como el Fiat Lux es el punto de partida "esencial". De manera análoga, el estado del ser anterior a la iniciación constituye la substancia "indistinguida" de todo aquello que él podrá devenir después [7], porque, como ya dijimos anteriormente, la iniciación no tiene por efecto introducirle posibilidades que no hubieran estado ya primero (y es ésta, por otro lado, la razón de ser de las cualificaciones requeridas como condición previa), al igual que el Fiat Lux cosmogónico no añade "substancialmente" nada a las posibilidades del mundo hacia el cual es proferido; pero estas posibilidades se encuentran todavía en el estado "caótico y tenebroso" [8], y es necesaria la "iluminación" para que ellas comiencen a ordenarse y, por lo tanto, a pasar de la potencia al acto. En efecto, se debe comprender que este pasaje no se efectúa instantáneamente, sino que continúa en el curso de todo el trabajo iniciático, como, desde el punto de vista "macrocósmico", prosigue durante todo el curso del ciclo de manifestación del mundo considerado; el "cosmos" o el "orden" tan sólo existe virtualmente por el acto del Fiat Lux inicial (que, en sí mismo, ha de ser tomado como conservando un carácter propiamente "intemporal", puesto que precede al desarrollo del ciclo de manifestación y no puede estar situado en el interior de éste), e, igualmente, la iniciación no está más que virtualmente cumplida por la comunicación de la influencia espiritual, y donde la luz es de alguna manera el "soporte" rituálico.
Las demás
consideraciones que aún se pueden deducir de la divisa Ordo ab
Chao se refieren más bien al papel de las organizaciones iniciáticas
en relación al mundo exterior: puesto que, como venimos diciendo, la
realización del "orden", en tanto que es una con la manifestación
misma en el dominio de un estado de existencia tal cual nuestro mundo, prosigue
de una manera continua hasta el agotamiento de las posibilidades que están
implicadas (agotamiento mediante el cual es alcanzado el extremo límite hasta
donde pueda extenderse la "medida" de este mundo), todos los seres
que sean capaces de tomar conciencia deben, cada uno en su lugar y según sus
posibilidades propias, concurrir efectivamente en esta realización, que es
también designada como la del "plan del Gran Arquitecto del
Universo", en el orden general y exterior, al mismo tiempo que cada uno de
ellos, por el trabajo iniciático propiamente dicho, realiza en sí mismo,
interiormente y en particular, el plan que corresponde a aquél desde el punto
de vista "microcósmico". Se puede comprender fácilmente que todo esto
sea susceptible, en todos los dominios, de aplicaciones diversas y múltiples;
así, en lo que concierne más especialmente al orden social, aquello de que se
trata podrá traducirse por la constitución de una organización tradicional
completa, bajo la inspiración de las organizaciones iniciáticas que,
constituyendo la parte esotérica, serán como el
"espíritu" mismo de todo el conjunto de esta organización
social [9];
y esto, en efecto, representa, incluso bajo el aspecto exotérico, un
"orden" verdadero, por oposición al "caos" representado por
el estado puramente profano al cual corresponde la ausencia de una organización
semejante.
Sin insistir demasiado, mencionaremos todavía otra significación de un carácter más particular, que está ligada muy directamente con lo que hemos indicado en último lugar, porque se refiere en suma al mismo dominio: esta significación se refiere a la utilización, para hacerlas concurrir en la realización del mismo plan, de organizaciones exteriores inconscientes de este plan como tales, y aparentemente opuestas entre sí, bajo una dirección "invisible" única, que en sí misma está más allá de todas las oposiciones; ya hemos hecho alusión de ello anteriormente al señalar que esto encontró su aplicación, de una manera particularmente neta, en la tradición extremo-oriental. En sí mismas las oposiciones, por la acción desordenada que ellas producen, constituyen una especie de "caos" al menos aparente; pero se trata precisamente de hacer servir este "caos" mismo (tomándolo de alguna manera como la "materia" sobre la cual se ejerce la acción del "espíritu" representado por las organizaciones iniciáticas del orden más elevado y más "interior") a la realización del "orden" general, al igual que, en el conjunto del "cosmos", todas las cosas que parecen oponerse entre sí no por ello dejan de ser, en definitiva, realmente los elementos del orden total. Para que sea efectivamente así, es necesario que aquello que preside el "orden" cumpla, con respecto al mundo exterior, la función de "motor inmóvil": éste, permaneciendo en el punto fijo que es el centro de la "rueda cósmica", es por ello como el pivote en torno al cual gira esta rueda, la norma sobre la cual se regula su movimiento; puede serlo porque no participa de ese movimiento y porque no interviene expresamente, sin necesidad por tanto de mezclarse en la acción exterior, que pertenece enteramente a la circunferencia de la rueda.[10] Todo lo que está implicado en las revoluciones de ésta no son más que modificaciones contingentes que cambian y pasan; sólo permanece aquello que, estando unido al Principio, se mantiene invariablemente en el centro, inmutable como el Principio mismo; y el centro, al que nada puede afectar en su unidad indiferenciada, es el punto de partida de la multitud indefinida de esas modificaciones que constituyen la manifestación universal; y es al mismo tiempo también su punto de llegada, porque es con respecto a él que aquellas se ordenan finalmente, lo mismo que las potencias de todo ser están necesariamente ordenadas en vista a su reintegración final en la inmutabilidad principial. Traducción: Francisco Ariza
EL TALLER: Revista de Estudios Masónicos
Notas
* Este
artículo corresponde al cap. XLVI de Aperçus sur l'Initiation.
**Cap.
XLV: "De la infalibilidad tradicional".
[1] Si
se pretende que, históricamente, esta divisa Ordo ab
Chao ha expresado ante todo la intención de poner orden en el
"caos" de los grados y los "sistemas" múltiples que vieron
la luz durante la segunda mitad del siglo XVIII, de ninguna manera esto
constituye una objeción válida contra lo que aquí decimos, porque en cualquier
caso no se trata sino de una aplicación muy especial, que en nada impide la
existencia de otras significaciones más importantes.
[2] Cf. El
Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, cap. III.
[3 ]También
existe otro sentido superior del simbolismo de las
tinieblas, referido al estado de no-manifestación principial; pero aquí no
vamos a considerar sino el sentido inferior y propiamente cosmogónico.
[4] La
palabra sánscrita loka, "mundo",
derivada de la raíz lok que significa "ver", tiene
una relación directa con la luz, como lo señala por otro lado la estrecha
relación con el latín lux; por otra parte la vinculación de la
palabra "Logia" a loka, posible con toda verosimilitud
por intermedio del latín locus que es idéntico a aquella, está
lejos de no tener sentido, pues la Logia es considerada como un símbolo del
mundo o del "cosmos"; es propiamente, por oposición a las
"tinieblas exteriores" que corresponden al mundo profano, el
"lugar iluminado y regular", donde todo se hace según el rito, es
decir conforme al "orden" (rita).
[5] El
doble sentido de la palabra "orden" tiene aquí un
valor particularmente significativo: en efecto, el sentido de
"mandamiento" al que igualmente se refiere está formalmente expresado
por la palabra hebraica yomar, que traduce la operación del Verbo
divino en el primer capítulo del Génesis; volveremos sobre esto un poco más
adelante.
[6] Cf. El
Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos, cap. II.
[7] Es
la "piedra bruta" (rough ashlar) del simbolismo masónico.
[8] O
"informe y vacío", según otra traducción, por
otra parte casi equivalente en el fondo al thohû va-bohû del
Génesis, que Fabre d'Olivet traduce por "potencia contingente de ser en
una potencia de ser", lo que expresa bastante bien en efecto el conjunto
de las posibilidades particulares contenidas y como envueltas, en estado
potencial, en la potencialidad misma de este mundo (o estado de existencia)
considerado en su integridad.
[9] Es
aquello que, en conexión con la divisa de la que estamos
hablando, es designado como el "reino del Santo Imperio", por un
recuerdo evidente de la constitución de la antigua "Cristiandad",
considerada como una aplicación del "arte real" en una forma
tradicional particular.
[10] Esta
es la definición de la "actividad no actuante" de
la tradición taoísta, y es también lo que hemos llamado anteriormente una
"acción de presencia".
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